Thursday, December 10, 2009

Las gotas

Querida y respetada, con mucho potencial en el porvenir. Tiene bastante amigos buenos y siempre está conociendo a más personas. Todos la conocen como una persona dedicada a su religión, trabajo y voluntariedad para otros con menos suerte en la vida. Sus padres la tratan como la hija perfecta que por la mayoría del tiempo no toma decisiones malas o sin permisión. Tiene inteligencia y puede pensar sí misma, aunque algunas personas ni hace nada sin permiso. Tiene buena salud combinada con una cara que no es hermosa pero a la misma vez no es fea, que contribuyen a su apariencia atractiva. Su personalidad y buena carácter fundan su persona pública, que no es perfecta sino solo admirada. ¿Qué más puede pedir de la vida?

Mientras una gota de color oscuro cae, la chica puede responder a la pregunta con simplicidad – hay mucho más que se necesita en la vida. Lo que nadie, solo Dios sabe, es que cada noche quiere llorar pero no lo hace por el sentido de debilidad. Amigos siempre le cuentan todos sus problemas a ella para conseguir sugerencias, pero nunca tratan de encontrar el dolor de ella debajo de la superficie. A veces ella no tiene ganas de levantarse de la cama y se queda tumbada pidiendo a Dios por fuerza o un final. Reza para dejar las pastillas, para ser feliz y tener esperanza. Todos piensan que ella tiene una vida casi perfecta, pero nadie se ha atrevido a descubrir la figura de la chica escondida en la oscuridad, sola y permitiendo sus lágrimas mezclar con las gotas rojas cayendo de la muñeca, no para la primera vez.

Wednesday, December 9, 2009

La emperadora de las mentiras - Cuento final

Augusta, hija de Germanicus, como estás parando adelante de tus dioses, puedes hacer un pedido. ¿Cuál será tu deseo, hija divina?

Con gestos reverentes, Julia Augusta Agrippina, o Agrippina la menor, mira a sus dioses y dice simplemente: ¨Quiero la verdad.¨

Qué respuesta tan interesante para una mujer que durante su vida fue la emperadora de Roma. ¨¿Augusta, qué verdad buscas?¨

¨Deseo que la verdad
sobre mi vida sea conocida, que las mentiras desaparezcan para siempre.¨

¨Bien, hija de los dioses, puedes contar la historia verdadera de tu Roma, qué pasó realmente durante tu vida, benedicta ahora.¨

El permiso de hablar es toda la motivación que Augusta necesita, y con una sonrisa astuta y el sentido de bendición finalmente, empieza su historia….

La emperadora de las mentiras

No siento ninguna obligación de contar hechos ya conocidos correctamente. Nací y crecí con el amor y dedicación de mis padres, Germanicus y Agrippina la mayor y de mi abuela. Todos saben esto, no es un hecho controversial. Durante mi niñez no viví entre escándalo y escándalo, no, sino con sueños y metas justas para una mujer de la familia imperial. Mi niñez terminó en el año 28 después de mi cumpleaños 13. El fin de mi niñez llevó al comienzo de mi vida de auspicio y decepción.

Tiberio me mandó a casar con Gnaes Domitos Ahenobarbus. Él era de una gran familia con mucha riqueza, pero yo era especialmente joven y no lo amaba. No, sentía odio por Tiberio por mi casamiento con un hombre de carácter poco honesto. Nada bueno podría producirse de esta unión. Afortunadamente, Tiberio murió antes del nacimiento de mi único hijo biológico, un monstro nacido como sus malos tíos. ¡Ja! Posiblemente “malo” no es una palabra sufucientemente fuerte para describirlos. Aunque tuve un bebé y fui fiel a mi esposo, las mentiras empezaron a rodearme. Mi hermano, Calígula, era más deshonesto conmigo y mis hermanas que Tiberio. ¿Uds. pueden creer lo que pasaba? Me llamaban seductora, incestuosa y maldita. No. La única verdad era que yo tenía una belleza que era mi maldición que, hizo mi vida completamente deplorable. Calígula amaba a Drusilla, y ella a él. Les dije que eso no era correcto pero como castigo por decir la verdad, Calígula me violaba y permitía que sus amigos hicieran lo mismo. Nadie sabía eso, la gente creía que yo lo quería. Cuando Drusilla murió, Calígula nos exilió a Livilla, mi querida hermana y a mí. Mi hijo perdió su herencia y no pudo vivir conmigo.

¡Ay mis dioses! Si mi hijo no me hubiera asesinado, las mentiras lo harían. Su padre murió un año después, y tuve que esperar un año más para que Claudio obtuviera su poder. Nada más estaba exiliada, pero mi regreso a Roma solo tuvo nuevos problemas. Me casé con Crispas por el mandamiento de Claudio. Por lo menos, este esposo tenía mejor carácter, pero una vez más no lo amaba. La esposa de Claudio, Mesalina tenía miedo de mi influencia y la popularidad de mi hijo, aunque no debía tenerlo. Por eso, ella trató de asesinar a Nero, pero fue un fracaso. Como madre, es difícil decir si estuvo bien o mal. Nero es mi hijo, pero a la vez es un monstro. Un poco después, Crispas murió, y yo fui acusada de asesinarlo por su dinero. No lo amaba y no sentía tristeza por su muerte. Dinero. ¿Por qué yo necesitaba dinero? ¡Era parte de la familia imperial! ¡Qué estupidez! Por todo el mal, todavía era popular con la gente, hasta al año 48. En este año Mesalina murió y Claudio decidió casarse por cuarta vez. Por mis conexiones imperiales y la popularidad de mi padre, el hermano de Claudio, fui elegida. ¡Qué asco casarse con un tío! Pero no había opciones. Con el tiempo, cierto tipo de amor creció entre nosotros, pero nadie lo sabía. Me encantaban mis hijastros, hijos de Mesalina, especialmente Británicas. Él era todo lo que mi propio hijo no era. Lástima que Británicas no tuvo la oportunidad de llegar al poder. Claudio había elegido a mi hijo para la sucesión y cuando empezó a pensar en la decisión, Nero lo asesinó. ¡No fui yo! Yo tenía bastante influencia y poder como emperadora. Ayudaba con el ejército y Claudio me honró con el título de Augusta, mi ciudad de nacimiento fue nombrada por mí y mi esposo me dio mi propio carpentum. La única acción que hice fue arreglar el matrimonio entre Nero y Octavia. Ella era hermosa y amable, y yo pensaba que era posible que ella pudiera tener una buena influencia sobre Nero. Pero no.

Mi influencia y poder aumentaron con la muerte de Claudio. Nero era joven y no sabía suficiente sobre reinar un imperio. Por eso, sin el título oficial, yo tenía todo el control en Roma, en el imperio. Tomé decisiones, y asistí a las reuniones oficiales del Senado. Si una mujer pudiera ser emperadora sin esposo, yo sería la emperadora de Roma. Posiblemente Roma estaría mejor, pero no sé. Cuando Nero engañó a Octavia con la esclava liberta Acte, todo dio la vuelta de peor manera. Mi hijastro Británicas fue asesinado por un mandato de Nero, siguió mi exilio del palacio. Nero pagaba para que ciertas personas me molestaran día y noche en mi nueva residencia. Finalmente la decisión fue tomada – mi hijo quería mi muerte. ¿Por qué? Hay muchas razones. No le gustaban mis consejos ni mi influencia. Lo peor es que Nero era incestuoso. Suetonius y los otros escritores dicen que yo trataba de mantener mi poder seduciendo a mi propio hijo. No, no es la verdad. Él me quería y tenía una puta que era famosa por su apariencia similar la mía. Rechacé los deseos inmorales, y fue mi fin. Nero intentó envenenarme tres veces para matarme, pero usé los antídotos. Luego, un bote especial para ahogarme, pero nadé a la orilla sin problema y la gente me admiró más. Luego de tantos planes frustrados, tres asesinos me apuñalaron.

Esa es la verdad de mi vida. Yo no fui una mala persona obsesionada con el poder. Tenía poder, riqueza e influencia, no necesitaba más. ¡Ay!

“Augusta, está bien. La verdad ya es conocida. Ahora ve y disfruta tu paraíso con tus seres queridos como Británicas.” Dijo un dios.

Y Agrippina, la menor, lo hizo, finalmente contenta.